martes, 13 de octubre de 2009
Romance de la talabartera /La zapatera prodigiosa.
¡Ay, que limón, limón / de la limonera!
¡Qué apetitosa talabartera!
En un cortijo de Córdoba / entre jarales y adelfas,
vivía un talabartero / con una talabartera.
Ella era muy arisca, / él hombre de gran paciencia,
ella giraba en los veinte / él pasaba de cuarenta.
¡Santo Dios, cómo reñían! / Miren ustedes la fiera,
burlando al débil marido / con los ojos y la lengua.
Cabellos de emperadora / tiene la talabartera,
y una carne como el agua / cristalina de Lucena.
Cuando movía sus faldas / en tiempo de primavera
olía toda su ropa / a limón y yerbabuena.
¡Ay, que limón, limón / de la limonera!
Qué apetitosa / talabartera!
Ved como la cortejeaban / mocitos de gran presencia
en caballos relucientes / llenos de borlas de seda.
Gente cabal y garbosa / que pasaba por la puerta
haciendo brillar, alegre / las onzas de sus cadenas.
La conversación a todos / daba la talabartera
y ellos caracoleaban / sus jacas sobre las piedras.
Miradla hablando con uno / bien peinada y bien compuesta,
mientras el pobre marido / clava en el cuero / la lezna.
¡Ay, qué limón, limón / de la limonera!
¡qué apetitosa / talabartera!
Un lunes por la mañana / a eso de las once y media,
cuando el sol deja sin sombra / los juncos y madreselvas,
y van cayendo las verdes / hojas de las madroñeras,
regaba sus alhelíes / la arisca talabartera.
Llegó su amigo trotando / una jaca cordobesa
y le dijo entre suspiros:
Niña, si tu lo quisieras, / cenaríamos mañana
los dos solos / en tu mesa.
¿Y qué harás de mi marido? / Tu marido no se entera.
¿Qué piensas hacer? / Matarlo.
Es ágil. Quizás no puedas. / ¿Tienes revolver? ¡Mejor!
¡Tengo navaja barbera! / ¿Corta mucho? Mas que el frío.
Y no tiene ni una mella. /¿No has mentido? Le daré
diez puñaladas certeras / en esta disposición,
que me parece estupenda: / cuatro en la región lumbar,
una en la tetilla izquierda, / otra en semejante sitio
y dos en cada cadera. / ¿Lo matarás enseguida?
Esta noche cuando vuelva / con el cuero y con las crines
por la curva de la acequia.
Esposo viejo y decente / casado con joven tierna,
qué tunante caballista / roba tu amor en la puerta.
¡Ay, qué limón, limón / de la limonera!
¡Qué apetitosa / talabartera!
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