lunes, 5 de octubre de 2009

Doña Rosita la soltera






















En una cálida tarde de verano, en Granada, sucede esta despedida:
ROSITA
¿Porqué tus ojos traidores/ con los míos se fundieron?
¿Porqué tus manos tejieron/ sobre mi cabeza flores?
¡Qué luto de ruiseñores/ dejas a mi juventud,
pues, siendo norte y salud/ tu figura y tu presencia,
rompes con tu cruel ausencia/ las cuerdas de mi laud!
PRIMO
¡Ay, prima, tesoro mío!/ ruiseñor en la nevada,
deja tu boca cerrada/ al imaginario frío;
No es de hielo mi desvío,/ que aunque atraviese el mar,
el agua me ha de prestar/ nardos de espuma y sociego
para contener mi fuego/ cuando me vaya a quemar.
ROSITA
Una noche adormilada/ en mi balcon de jazmines,
vi bajar dos querubines/ a una rosa enamorada;
ella se puso encarnada/ siendo blanco su color;
pero, como tierna flor,/ sus pétalos encendidos
se fueron cayendo heridos/ por el beso del amor.
Así yo, primo inocente,/ en mi jardín de arrayanes
daba al aire mis afanes/ y mi blancura a la fuente.
Tierna gacela imprudente/ alcé los ojos, te vi
y en mi corazón sentí/ agujas estremecidas
que me estan abriendo heridas/ rojas como el alhelí.
PRIMA
he de volver, prima mía,/ para llevarte a mi lado
en barco de oro cuajado/ con las velas de alegría;
luz y sombra, noche y día/ sólo pensaré en quererte.
ROSITA
Pero el veneno que vierte/ amor, sobre el alma sola,
tejerá con viento y ola/ el vestido de mi muerte.
PRIMO
Cuando mi caballo lento/ coma tallos con rocío,
cuando la niebla del río/ empañe el muro del viento,
cuando el verano violento/ ponga el llano carmesí
y la escarcha deje en mí/ alfileres de lucero,
te digo, porque te quiero/ que me moriré por tí.
ROSITA
Yo ansío verte llegar/ una tarde por Granada
con toda la luz salada/ por la nostalgia del mar;
amarillo limonar,/ jazminero desangrado,
en las piedras enredado/ impedirán tu camino,
y nardos en remolino/ pondrán loco mi tejado.
¿Volverás?
PRIMO
Sí. ¡Volveré!
ROSITA
¿Qué paloma iluminada/ me anunciará tu llegada?
PRIMO
El palomo de mi fe.
ROSITA
Mira que yo bordaré/ sábanas para los dos.
PRIMO
Por los diamantes de Dios/ y el clavel de su costado,
juro que vendré a tu lado.
ROSITA
¡Adiós, primo!
PRIMO
¡Prima, adiós!
.......................
ZORONGO
Las manos de mi cariño/ te stan bordando una capa
con agremán de alhelíes/ y con esclavina de agua.
Cuando fuiste novio mío,/ por la primavera blanca,
los cascos de tu caballo/ cuatro sollozos de plata.
La luna es un pozo chico,/ las flores no valen nada,
lo que valen son tus brazos/ cuando de noche me abrazan. (Bis)
......................
ROSITA (veinte años después)
Me he acostumbrado a vivir muchos años fuera de mí, pensando en cosas que estaban muy lejos, y ahora que esas cosas ya no existen sigo dando vueltas y mas vueltas por un sitio frío, buscando una salida que no he de encontrar nunca.Yo lo sabía todo. Sabía que se había casado, ya se encargó un alma caritativa de decírmelo, y he estado recibiendo sus cartas con una ilusión llena de sollozos que aún a mí misma me asombraba. Si la gente no hubiera hablado; si ustedes no lo hubieran sabido, si no lo hubiera sabido nadie mas que yo, sus cartas y su mentira hubieran alimentado mi ilusión como el primer año de su ausencia. pero lo sabían todos y yo me encontraba señalada por un dedo que hacía ridícula mi modestia de prometida y daba un aire grotesco a mi abanico de soltera. Cada año que pasaba era como una prenda íntima que arrancaran de mi cuerpo. Y hoy se casa una amiga y otra y otra y mañana tiene un hijo y crece y viene a enseñarme sus notas de exámen y hacen casas nuevas y canciones nuevas y yo, igual, con el mismo temblor, igual; yo, lo mismo que antes, cortando el mismo clavel, viendo las misma nubes; y un día bajo al paseo y me doy cuenta de que no conozco a nadie; muchachas y muchachos me dejan atrás porque me canso, y uno dice. "Ahí está la solterona", y otro, hermoso, con la cabeza rizada, que comenta: "A ésa ya no hay quien le clave el diente". Y yo lo oigo y no puedo gritar, sino vamos adelante, con la boca llena de veneno y con unas ganas enormes de huir, de quitarme los zapatos, de descansar y no moverme más, nunca, de mi rincón. Ya soy vieja. Ya perdí la esperanza de casarme con quien quise con toda mi sangre, con quien quise y...con quien quiero. Soy como soy y no me puedo cambiar. Ahora lo único que me queda es mi dignidad. Lo que tengo por dentro lo guardo para mí sola... Todo está acabado...y, sin embargo, con toda la ilusión perdida, me acuesto y me levanto con el mas terrible de los sentimientos, que es el sentimiento de tener la esperanza muerta. Quiero huir, quiero no ver, quiero quedarme serena, vacía...(¿es que no tiene derecho una pobre mujer a respirar con libertad?) Y, sin embargo, la esperanza me persigue, me ronda, me muerde; como un lobo moribundo que apretase sus dientes por última vez. Yo se que los ojos los tendré siempre jóvenes y sé que la espalda se me irá curvando cada día. Después de todo, lo que me ha pasado a mí le ha pasado a mil mujeres.


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